¿Qué enseñanza /s nos deja la pandemia?
Nos desafió en corto tiempo a buscar respuestas que permitieran hacernos cargo de la continuidad pedagógica y desafiar nuestra imaginación para encontrar las maneras de sostenerla. ¿Por qué? Sencillamente por garantizar el derecho a la educación superior que postulamos académica e ideológicamente y por la convicción de que son justamente los sectores más desfavorecidos los que requieren de la apoyatura de propuestas pedagógico-didácticas de docentes y sus mediaciones para poder sostener su continuidad y permanencia.
La pandemia, así como visibilizó descarnadamente desigualdades pre-existentes en les estudiantes, también lo hizo en ciertos casos en les docentes. El problema planteado fue cómo resolver no sólo problemas materiales, sino además cómo prestar atención a cuestiones de orden subjetivo. Y en el caso de les docentes tener la formación requerida para hacerlo.
Advertimos que la virtualidad abordada en perspectiva crítica demanda recaudos importantes. En particular para no rutinizar los medios que se utilicen y desburocratizar formas que, de otro modo, quedan nuevamente asociadas a la racionalidad tecnocrática. Que no se trataba de atosigar a les estudiantes de contenidos y tareas (consignas) a resolver mecánica y casi compulsivamente; plantear actividades que requirieran disponibilidades tecnológicas imprescindibles, que no estaban al alcance de forma igualitaria para todes. Una comprensión clave fue que incorporar la virtualidad en perspectiva constructivista y crítica no es una labor sencilla. Requiere dominio de medios y soportes diversos, pero no sólo eso; demanda un esfuerzo intelectual y creativo importante.
Otra cuestión central remite a los contenidos. Si bien tuvimos que atender mucho la cuestión vincular, entendimos que no podíamos despreocuparnos de saberes y conocimientos, lo que nos invitó a repensar que éste tenía que ser también un tiempo en que las enseñanzas encontraran los modos más adecuados de trabajar en torno a ellos. No pensarlos en términos acumulativos, como mera sumatoria y a procesar en tiempos restringidos. Todo lo contrario, sin abrumar optar por aspectos del currículo que entendíamos prioritarios por cuanto demarcaban lo ineludible, aquello que es función central de las instituciones educativas abordar.
Advertimos la necesidad de dar lugar al encuentro con otres, a la conversación, la apertura al diálogo. Aprovechar todos los medios disponibles hasta en inimaginadas posibilidades. Compartir, acompañar; correrse de posiciones y actitudes sancionatorias, de dominio y de control. Todo lo contrario, sostener vínculos, recuperar lazos. Estar atentes a indicios, a señales mínimas. Qué se expresa, qué se responde; también qué se silencia, cuándo se silencia. Quienes faltan, no están, no se conectan. Indagar, buscar rastros. Reconocer y re-conocernos. Apartar prejuicios y profecías. Dejarnos sorprender.
Más allá de todos los desafíos, como nunca tenemos mucho a nuestro alcance, si tomamos distancia de lecturas binarias y asumimos el sentido virtuoso de las tecnologías que abren infinitas posibilidades complementando las propuestas en la presencialidad. En este aspecto hemos ganado mucho terreno y tendrá que constituir sin duda una prioridad en propuestas de capacitación y formación docente que salden las distancias existentes en ciertos ámbitos y contextos.
¿Cómo se proyecta el regreso a las aulas en 2022?
La diferencia sustancial a mi entender, más allá del cansancio acumulado por la superposición de actividades que tuvimos que concretar hasta aquí (en muchos casos con carencias en lo relativo a condiciones materiales de trabajo), es que nos tocará ahora transcurrir una nueva etapa con un capital experiencial ganado, que se constituye en fortaleza para el reencuentro en la presencialidad, aunque sea parcial y combinado con la virtualidad. Además, cuando esto no sea posible aun, de ser necesario dar continuidad al distanciamiento preventivo, contamos con elementos para profundizar en clave reflexiva y crítica las propuestas virtuales implementadas y apostar a mejorarlas, recrearlas.
Muy probablemente las universidades opten por formas bimodales combinando presencialidad con virtualidad. De todas maneras, independientemente de las decisiones en cuanto a las modalidades, será imprescindible dar lugar a un nuevo contrato pedagógico. Es decir, acordar democráticamente, desde el comienzo, reglas de juego que se impongan como necesarias para que sean posibles intercambios genuinos en el interjuego entre el enseñar y aprender. Ello significa además, generar un clima de credibilidad y confianza que invite a la participación y orientar nuestros esfuerzos para hacerla posible. Sea cual sea la modalidad, en las enseñanzas, es central generar el deseo de saber; de indagar, de comprender. Que se torne apetecible lo que proponemos. En pandemia fueron necesarios múltiples esfuerzos en este sentido y es mucho lo avanzado por lo que tengo confianza en que, en muchos aspectos no haya vuelta atrás.
El escenario actual de interrupción de las formas en como venía sucediendo la enseñanza ha puesto en jaque las formas y los dispositivos con los cuales organizábamos las prácticas. La naturaleza y las condiciones del trabajo de enseñar para docentes y de aprender para estudiantes, se han visto transformadas. La docencia en tanto quehacer especializado si bien socialmente ganó en legitimidad en tiempos de pandemia, ha operado un giro muy significativo en las prácticas cotidianas y, por lo mismo, en los saberes requeridos. Nuevos y diversificados escenarios, abren a un sinnúmero de interrogantes, que nos compelen a pensar y debatir colectivamente en procura de favorecer prácticas acordes a estos tiempos a la vez que proyectar en previsión de futuros posibles, siempre con la mira direccionada a garantizar más y mejor formación para todos, todas, todes.
¿Qué será lo nuevo en la universidad pospandemia?
En primera instancia necesitamos estar muy conscientes de que este tiempo no pasó sin dejar huellas cuyas peculiaridades desconoceremos hasta volver a encontrarnos. Lo que no deja dudas es que será necesario hacer lugar a la posibilidad de compartir lo vivido en términos subjetivos.
En cuanto a las condiciones objetivas será imprescindible reforzar la intervención insoslayable de autoridades y órganos de gobierno en universidades, unidades académicas y organismos del Estado pertinentes, ineludible en particular en lo que constituirá la más ardua tarea que será la recuperación, revinculación (desde estrategias concretas) de estudiantes que abandonaron o dejaron a mitad de camino sus estudios por las particulares situaciones socio económicas vividas. También estar atentos a necesidades puntuales en el mismo sentido en docentes ya que está muy claro que las condiciones de trabajo y las disponibilidades no fueron las mismas para todes. Esto significa contar con las provisiones presupuestarias requeridas y una distribución igualitaria y a la vez razonable de las mismas acorde a las necesidades en cada caso.
Dar lugar a nuevas miradas, análisis y reflexiones con proyección a futuro en consonancia con un mundo marcado por las incertidumbre y a la vez una inigualable ampliación de problemáticas a considerar en las ciencias, las artes, las tecnologías, las culturas en sentido amplio que quiebran las rígidas fronteras disciplinarias. En esta perspectiva revisitar y recrear Planes de Estudio y Programas y no solo en lo relativo a contenidos sino en cuanto a los abordajes metodológicos a proponer; diversificar perspectivas y enfoques a diferentes escalas (universidad, unidades académicas, unidades curriculares, aulas-clases) preservando siempre aquello del orden de lo común, lo que tiene que llegar a todes de manera igualitaria, con sentido inclusivo y de justicia educativa y por ende curricular.
Se pueden ver acá todas las respuestas que publicamos hasta hoy. En los próximos días iremos compartiendo más.