¿Qué enseñanzas nos deja la pandemia?
La universidad no es una isla en el mundo, no es una torre de marfil, es una universidad, es parte de este país y de este mundo, así que lo que más nos ha dejado la pandemia es dolor, dolor por millones de muertes. Nos ha dejado tristeza, sorpresa por una tragedia de salud que nos afecta a todas, a todos, a todes. A la universidad nos dejó un gran agobio y nos dejó muchísimos aprendizajes en torno a lo que algunos soñaban como si eso fuera el mundo ideal: que cada uno pudiera estar estudiando en su casa, solo con la computadora. La pandemia nos enseñó que la presencialidad es muy necesaria, imprescindible para la educación. Hemos hecho un esfuerzo enorme por sostener el vínculo pedagógico, por aprender nuevas estrategias. Algunos ya habíamos tenido algún tipo de experiencia con la virtualidad, otros rápidamente se tuvieron que adaptar. En este sentido, uno de los principales aprendizajes que nos deja la pandemia es pensar que la educación (esto ya lo sabíamos, pero en este momento lo reforzamos) es siempre política. Lo reconozcamos o no, ha sido terreno de disputa de distintas facciones de la sociedad. También sabíamos pero ahora lo reforzamos que es un objeto de disputa mercantil, que se pueden hacer muchos negocios con la educación. Algo importante también es que no todes entendemos lo mismo por educación. No es un término unívoco, es equívoco. Algunos la entendemos como un derecho y otros la entienden como un servicio. Esto ya lo sabíamos, lo habíamos estudiado, teóricamente incluso, pero ahora lo pudimos palpar y pudimos ver la enorme desigualdad que nos deja la pandemia. También la pandemia nos deja el aprendizaje acerca de a dónde puede llegar la bronca canalizada por la derecha, el dolor recuperado por la derecha, y cómo eso se traduce en los humores sociales de la sociedad, en las urnas, en las formas de pensar de nuestros estudiantes, de vincularse con la universidad, que es mucho más que contenido. Sabíamos que la universidad no era un espacio de transmisión de contenidos sino un espacio de aprendizaje de ciudadanía, pero ahora lo sabemos mucho más, y sabemos también que la desigualdad y que la pobreza no han llegado a un techo, pueden seguir profundizándose, que la pandemia nos ha dejado nuevas desigualdades sumadas a las viejas y nos ha dejado mucha pobreza. Otro aprendizaje es el poder de las redes y la posibilidad de formar parte de esa construcción de contenidos que para una generación circula casi exclusivamente por esa vía. Son un objeto de disputa, muy poderosos, con consecuencias aun no bien estudiadas. También hemos aprendido que la economía social, la ayuda de los comedores, las ayudas barriales, la contención e incluso la propia filantropía, en el peor de los casos, no es posible sin el Estado. El Estado es imprescindible. Hemos aprendido cómo las empresas de tecnología pueden ganar mucho dinero con la educación y también hemos podido ver que somos muy baratos los docentes universitarios, que nuestras posibilidades de intercambio sin remuneración, más allá de nuestros sueldos, es algo que va a implicar nuevas reglas de juego a nivel internacional.
¿Cómo se proyecta el regreso a las aulas en 2022?
No podemos aplicar la misma exacta política para cada uno de los espacios físicos donde las universidades públicas desarrollan su tarea. La pandemia es diferente según los niveles de masividad de cada una. Entonces, en principio, el regreso a las aulas en 2022 se proyecta de manera presencial, donde las cátedras tendrán hasta un 30 por ciento de posibilidades de mantener un sistema híbrido y también la necesidad u obligatoriedad de desdoblar aquellos teóricos inmensos de más de 300 personas. Ese sería el plan, a sabiendas que debemos mantenernos con una amplia capacidad de adaptarnos porque no sabemos si va a haber una tercera ola. El virus va mutando y en este sentido también hemos aprendido que planificar es algo realmente muy difícil de hacer. El regreso a las aulas tampoco va a poder ser igual para todes. Hemos aprendido la importancia de las políticas de cuidado, que son garantía de derecho. En mi caso particular, como investigadora del CONICET, me he sentido contenida frente a la normativa que dada la posibilidad de tener algún tipo de exención en el trabajo cuando se tuviere hijes menores. Pero no conozco a nadie que habiendo tenido la posibilidad no haya desempeñado ninguna tarea. Creo que nuestra responsabilidad social frente al derecho a la ciencia, el derecho a la universidad y el derecho a educación superior nos ha hecho esforzarnos por contener a nuestros estudiantes, sabiendo que elles también se encontraban solas, solos, soles.
¿Qué será lo nuevo en la universidad pospandemia?
Lo nuevo es saber que debemos seguir luchando por la liberación de las patentes de las vacunas, que va a resultar de una larga lucha que pone de manifiesto algo que para mí es un tema de toda la vida en estas cuestiones: la privatización y la mercantilización de conocimientos son incompatibles con la producción pública, como es la mayor parte de la producción de conocimientos en la Argentina, que se lleva a cabo en instituciones públicas. Sabemos que en el mundo no es así, y habrá que seguir discutiendo estas cuestiones relacionadas con las patentes. Lo nuevo es que, al igual que siempre, debemos ser -voy a decir algo que puede parecer gracioso- más cultos que nunca, porque como el futuro es absolutamente imprevisible y la planificación a largo plazo tiene sus límites, solamente tener mucho conocimiento, estar todo el tiempo actualizándonos, investigando, conociendo otras experiencias, pudiendo compararlas, pudiendo reflexionar en torno a ellas, es lo que nos va a permitir manejarnos en la nueva universidad pospandemia, que no podemos imaginar porque todavía estamos en plena pandemia y no sabemos por cuánto tiempo más. En esa universidad pospandemia que podemos solamente imaginar, en las distancias que hemos sabido acortar, la interconexión se impone, la interconexión con otras universidades del mundo y del propio país con nuestros colegas a lo largo y ancho de la Argentina. Espero, sí, que la universidad pospandemia pueda regular nuestro trabajo porque hemos aprendido que el trabajo puede no tener horarios y eso es cien por ciento nocivo. Vamos a tener que aprender a manejar eso. También hemos aprendido que la música nos salva y que el arte nos permite crear y que los lenguajes artísticos deben formar parte de la universidad pospandemia de una manera mucho más presente, en tanto contenidos universitarios.
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