Todo indica que la forma y los recursos tecnológicos con que las universidades debieron responder a la emergencia de la pandemia de Covid-19 ofreció un terreno de avance inédito a las fuerzas privatizadoras y comercializadoras de la educación superior. Según un trabajo de la Internacional de la Educación (IE), la organización que reúne a sindicatos docentes de todo el mundo, “lo que comenzó como una respuesta a corto plazo ante la crisis pandémica resultará en una transformación a largo plazo de la educación superior”.
“A menos que hagamos algo ahora, será un sector cada vez más privatizado, comercializado, digitalizado y datificado”, afirmó el Secretario General de la IE, David Edwards. En el trabajo, titulado Pandemia y privatización de la educación superior: tecnologías de la educación y reforma de la Universidad y firmado por Ben Williamson y Anna Hogan (ver abajo), se demuestra cómo el cierre de las casas de estudio y el paso hacia el aprendizaje en línea (que en el pico del confinamiento alcanzó a 220 millones de estudiantes) fue la veta que los actores privados explotaron para poner en marcha una profunda reforma en el sector.
El informe expone las consecuencias que esta reforma del sector de la educación superior tiene para estudiantes y docentes, en temas que incluyen la libertad académica, la autonomía profesional, el trabajo decente, así como la gobernanza de datos y la privacidad. Además, revela el surgimiento de una ‘gig economy’ educativa, en la que docentes con bajos ingresos, desprofesionalizados y con empleos precarios deben competir por contratos a corto plazo para enseñar programas educativos en línea, subcontratados y parcialmente automatizados.
Nada más elocuente que la aceleración que se produjo en el valor de este mercado global en línea: calculado en 36 mil millones de dólares en 2019, prevee ahora más que duplicar su valor en cinco años, alcanzando los a 74 mil millones para 2025.
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